La crisis amenaza a las bibliotecas


Publicado por Téxil

Y los recortes no se hicieron esperar, nunca lo hacen cuando se trata de cultura, investigación o herramientas; esas tres cosas sin las cuales la vida se hace aún más complicada. Y las bibliotecas siempre suelen ser las primeras en entrar en la lista negra, puede que por su función de abrirnos, de ayudarnos a entender el mundo, de intentar convencernos de que debemos oponernos al sistema… Las bibliotecas siempre deben soportar vejaciones, pero siguen en pie, como si se resistieran a que acabaran con ellas. ¿Hasta cuando podremos permitirlo?

El suicidio de la cultura

Hace un tiempo escribí un artículo sobre bibliotecas originales, ¿lo recuerdan? Vuelvo al tema porque ciertas cosas de nuestra realidad me obligan a hacerlo. Creo que no podemos olvidarnos de las bibliotecas, ellas son el símbolo de identidad de una ciudad, de un pueblo, las que hacen posible la educación asistemática y colaboran con nosotros en nuestra lucha por liberarnos y convertirnos en mejores personas.

La biblioteca no solamente es un edificio donde se coleccionan libros que se prestan o que pueden leerse allí; cumple una función social altamente necesaria: alumnos que entre clase y clase van en ella a matar sus horas, cultivando mientras tanto su intelecto, estudiando para sus exámenes, escribiendo.

Además, la biblioteca es un nexo entre generaciones, un lugar donde puedes encontrar a personas de todas las edades unidas por un mismo fin, la lectura.

También es primordial para los que están sin empleo y se encuentran buscando uno, la biblioteca les permite realizar una búsqueda laboral exhaustiva a través de Internet, cosa que no podrían hacer de otro modo en muchos casos.

La biblioteca es un edificio sumamente representativo de una ciudad, hasta me atrevería a decir que cambiando un poco la frase, podríamos expresar “decime cómo es tu biblioteca y voy a decirte cómo es tu ciudad“. Si en tu ciudad o país el Estado recorta en bibliotecas, entonces podremos decir que la cultura y la educación no son las prioridades.

En un artículo que salió en el diario “El País” sobre este tema leí que en los últimos años el presupuesto a disposición de la Biblioteca Pública de Valencia ha mermado considerablemente. En 2009 dicho presupuesto era de 910.000 euros, a los dos años había disminuido hasta los 335.000 euros, hasta llegar este año a los 161.160 euros.

Esto trajo como consecuencia la reducción del personal y de los horarios de apertura, e incluso se colocaron dos máquinas que reemplazan el préstamo manual de libros, algo totalmente impersonal porque la biblioteca no es un depósito o un espacio donde se intercambian la cultura, no sólo los libros como materia sino aquello que llevan en su interior, además estos lugares deben ser espacios donde se fomente la lectura y la interacción cultural, y claramente esta función no podrán cumplirla las máquinas, para ello se necesita personal, apasionado de los libros, la lectura y la comunicación entre las personas.

La importancia de las bibliotecas

Nuestra vida funciona en torno a sistemas. La familia con sus reglas, la educación con sus exigencias y condiciones, la política, el entretenimiento, todo parece guionado desde un espacio abstracto (o no); las bibliotecas también pertenecen a un sistema, pero uno donde las demás adquieren una cierta libertad.

En una biblioteca leemos y aprendemos lo que queremos, no nos exigen en qué invertir nuestro tiempo al estar en esos lugares, por eso creo que si tengo que buscar un sinónimo de libertad, con respecto a los estereotipos que rigen nuestra vida, esa palabra será biblioteca.

Los libros se convierten en amigos, compañeros, maestros, nos ayudan a comprender cosas de nuestra existencia que de otro modo no podríamos, a viajar, a volar, a aprender todo lo que queramos y nos son fieles, jamás cambian su discurso y siempre están dispuestos a devolvernos esa ilusión que alguna vez perdimos.

Me quedo con la frase final de Soto que me parece que puede iluminar mucho más este artículo, dice que recortar el subsidio a las bibliotecas es un suicidio cultural en cualquier momento de la historia, pero en este momento donde hay tantas personas sin trabajo y padeciendo carencias, cuyo futuro se ve comprometido altamente por la situación económica, es realmente un hecho atroz.

Estoy convencida de que todos los aspectos nefastos de nuestra realidad podemos cambiarlos, sólo hace falta compromiso y deseos de luchar por aquello que realmente merece la pena, en vez de perder el tiempo en diálogos sin sentido y reclamos sin gollete.

Creo que luchar por la permanencia de las bibliotecas y por el normal funcionamiento de estos espacios como entes sociales, puede ser una muy buena causa. No dejemos que nos roben uno de los únicos espacios que nos quedan para conservar y transmitir nuestra cultura.