Cualquier pelafustán se engancha a periodista

jueves 10 de junio de 2010

 
Por Joseph Cáceres
El oficio de la comunicación en el área artística y del entretenimiento se ha cualquierizado aún más de lo que estaba, a partir del surgimiento de nuevas herramientas y medios que suplen de información. Cualquier bloguero con una página llena de faltas ortográficas, se cree con derecho a ser tratado como un periodista de profesión, al cual hay que reservarle espacio y asiento en todas las actividades.
Pero también están aquellos a los cuales se les abren segmentos de comentarios en los programas de televisión, sin capacidad alguna para articular correctamente una frase, que se creen con licencia para criticar, censurar y enmendarle la plana a los artistas.
Gente que deberían estar conchando en un carro público, ejerciendo como albañiles o plomeros, de repente aparecen en la televisión y en la radio en el rol de cronistas de arte, sin tener un ápice de conocimiento del asunto. Lo peor de todo es que a esa misma gente por el solo hecho de que aparecen en un medio, se le da la categoría de miembro de la Asociación de Cronistas de Arte, con lo cual adquieren el derecho de elegir a los ganadores del premio Casandra. Eso es lo que explica un Acroarte, con una membresía maleada, inficcionada por gente innecesaria, que en gran medida debilitan la imagen de la institución y le hacen perder eficacia de cara a los verdaderos periodistas de arte.
Todo esto ha ido ocurriendo de manera paulatina e inexorable sin que se pueda hacer nada. La verdadera gente de la crónica de arte luce arrinconada, en una especie de ‘’dejar hacer, dejar pasar’’, en una actitud de impotencia, viendo como la imagen del comunicador de arte se deteriora, en una época en que por los imperativos de los tiempos, está llamado a un mejor desempeño frente a la diversidad y variedad de propuestas y actividades que se han abierto en el medio.
Lamentablemente, ello no es más que una expresión de la crisis de valores que afecta toda nuestra sociedad.
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