SI LOS TIBURONES FUERAN HOMBRES…

Reflexión sobre el ser humano, sus circunstancias y la convivencia entre los hombres.


 _Si los tiburones fueran hombres-preguntó al señor K. la hija pequeña de su patrona-, ¿se portarían mejor con los pececitos?


_Claro que sí-respondió el señor K.-Si los tiburones fueran hombres, harían construir en el mar cajas enormes para los pececitos, con toda clase de alimentos en su interior, tanto plantas con materias animales […] Para que los pececitos no se pusieran tristes habría, de cuando en cuando, grandes fiestas acuáticas, pues los pececitos alegres tienen mejor sabor que los tristes. También habría escuelas en el interior de las cajas. En esas escuelas se enseñaría a los pececitos a entrar en las fauces de los tiburones […] Lo principal seria, naturalmente, la formación moral de los pececitos. Se les enseñaría que no hay nada más grande ni hermoso para un pececito que sacrificarse con alegría; también se les enseñaría a tener fe en los tiburones, y a creerles cuando les dijesen que ellos ya se ocupan de forjarles un hermoso porvenir. Se les daría a entender que ese porvenir que se les auguraba solo estaría asegurado si aprendían a obedecer. […]. Si los tiburones fueran hombres se harían naturalmente la guerra entre sí para conquistar cajas y pececillos ajenos […]. Cada tiburón enseñaría a sus pececillos que entre ellos y los pececillos de otros tiburones existe una enorme diferencia […] Si los tiburones fueran hombres, tendrían también su arte. Habría hermosos cuadros en los que se representarían los dientes de los tiburones en colores maravillosos, y sus fauces como puros jardines de recreo en los que da gusto retozar. […].

Además, si los tiburones fueran hombres, los pececillos dejarían de ser todos iguales como lo son ahora. Algunos ocuparían ciertos cargos, lo que los colocaría por encima de los demás. A aquellos pececillos que fueran un poco más grandes se les permitiría incluso tragarse a los más pequeños. Los tiburones verían esta práctica con agrado, pues les proporcionaría mayores bocados. Los pececillos más gordos, […] se encargarían de mantener el orden entre los demás pececillos […]. En una palabra: habría por fin en el mar una cultura si los tiburones fueran hombres.



Bertolt Brecht, escritor alemán