Publicado por Julián Morillo en 18:08

El 15 de febrero del año 1966 muere Camilo Torres, presbítero católico colombiano, prototipo del cura guerrillero y pionero de la teología de la liberación, este sacerdote fue adalid de esa estrategia triunfante que permitió a la Iglesia de Roma neutralizar en América los componentes materialistas y ateos de la izquierda revolucionaria de quinta generación, mediante la infiltración y el empeño en «bautizar» hasta el guevarismo, en los años previos a la descomposición final de la Unión Soviética, asegurando así la continuidad y el vigor de la presencia cristiana y católica en las democracias capitalistas hispanoamericanas tras el freno a la expansión de la «revolución latinoamericana». Como algunos revolucionarios marxistas vieron en Camilo Torres un táctico compañero de viaje, no es de extrañar que todavía hoy cierta izquierda extravagante le guarde alta consideración, reconocimiento que no se ha hecho público aún dentro de la propia organización clerical a la que sirvió (que ni siquiera le tiene abierta causa de beatificación).
Nació Jorge Camilo Torres Restrepo en Bogotá, el 3 de febrero de 1929, en el seno de una familia burguesa (hijo del afamado médico Calixto Torres Umaña y de Isabel Restrepo Gaviria). Vive sus primeros años en Europa (entre 1931 y 1934), y a partir de 1937, tras el divorcio de sus padres, en Bogotá con su madre, junto con su hermano Fernando Torres Restrepo [quien llegaría a ser reconocido médico, Profesor de Neurofisiología de la Universidad de Minnesota]. Realiza los estudios primarios en el Colegio Alemán, y los de secundaria en la Quinta Mutis de Bogotá. En 1946 se gradúa de bachiller en el Liceo Cervantes, y tras iniciar los estudios de derecho en la Universidad Nacional de Colombia, una firme vocación tardía –fenómeno casi epidémico en los años siguientes al final de la Segunda Guerra Mundial– le determina a abrazar el estado eclesiástico, ingresando en el Seminario Conciliar de Bogotá, donde permanece siete años, hasta ordenarse sacerdote católico en 1954.
Enviado a la Universidad Católica de Lovaina, cursa allí estudios de Sociología (se gradúa en 1958 como sociólogo con el trabajo Una aproximación estadística a la realidad socioeconómica de Bogotá, publicado en 1987 como La proletarización de Bogotá), y entabla en Bélgica relaciones con la Democracia Cristiana, en los años previos al Concilio Vaticano II, mientras menudeaban los debates sobre las virtudes y los riesgos del diálogo cristiano marxista, cuando en plena Guerra Fría se fraguaba el Conflicto chino soviético.
Vuelto en 1959 a América es nombrado Capellán auxiliar de la Universidad Nacional de Colombia. En 1960, junto con Orlando Fals, instaura en esa Universidad los estudios de Sociología, de los que fue profesor. Funda el Movimiento Universitario de Promoción Comunal (MUNIPROC), y ejercita la acción social en barrios populares y obreros de Bogotá, como el barrio Tunjuelito. Como Capellán universitario fue activo defensor de las reformas revolucionarias que introdujo el Concilio Vaticano II, como que el sacerdote actuara en la misa de frente al público, sin dar la espalda a su rebaño, o decir la misa en español, una vez consumado el abandono del latín buscando una mayor participación de los católicos en sus rituales. Colabora con el Instituto Colombiano para la Reforma Agraria (INCORA) y con la Escuela Superior de Administración Pública (ESAP) de Colombia.
Pero al Arzobispo de Bogotá, recién creado Cardenal, Luis Concha Córdoba (1891-1975), le parece excesivo el activismo del Capellán Camilo Torres, y le pide que renuncie a sus actividades en la Universidad Nacional, encomendándole en 1962 la cura de almas en la Parroquia de Veracruz.
Renuncia a sus compromisos clericales orgánicos (pero no al sacerdocio, por supuesto) y en agosto de 1965 inicia la publicación del semanario Frente Unido, en cuyo primer número (Bogotá, 26 de agosto de 1965, página 3) inserta un «Mensaje a los Cristianos» absolutamente significativo:
En noviembre de 1965 decide trasladar su sacerdocio católico de la teoría revolucionaria a la práctica guerrillera, uniéndose al ELN (formado entonces por unos 60 miembros), en una decisión que sirvió para consolidar temporalmente el prestigio de los elenos frente al resto de las organizaciones insurgentes. En el número extraordinario del periódico Frente Unido que lleva fecha de 9 de diciembre de 1965 publica un «Mensaje a la Oligarquía» que termina con este párrafo que no deja lugar a dudas sobre el lugar que el autor se atribuye como voz autorizada del «Pueblo» (colombiano):
«Como último grito de alarma quiero decirles: Señores oligarcas, el Pueblo ya no les cree nada a ustedes. El Pueblo no quiere votar por ustedes. El Pueblo está harto y desesperado. El Pueblo no quiere ir a las elecciones que ustedes organicen. El Pueblo no quiere a Carlos ni Alberto Lleras ni a ninguno de ustedes. El Pueblo está sufriendo y resuelto a todo. El Pueblo sabe que ustedes también están resueltos a todo. Por eso les pido que sean realistas y que si quieren engañar al Pueblo con nuevas componendas políticas, no vayan a creer que el Pueblo les va a tener fe. Ustedes saben que la lucha irá hasta las últimas consecuencias. La experiencia ha sido tan amarga que el Pueblo ya está decidido a echar el todo por el todo. Desgraciadamente los oligarcas aislados, ciegos y orgullosos parecen no querer darse cuenta de que la revolución de las masas populares colombianas no parará ahora sino hasta lograr la conquista del poder para el Pueblo.»
Murió Camilo Torres Restrepo el 15 de febrero de 1966, en Patio Cemento, municipio de San Vicente de Chucurí (departamento de Santander), durante la primera acción armada en la que intervino, una emboscada que dispusieron unos 35 efectivos del ELN contra un destacamento del ejército colombiano. Y aunque lograron aniquilar a las tropas que cayeron víctimas de la emboscada, un militar herido pudo defenderse y neutralizar al bisoño cura guerrillero, que se había apresurado al ir a recoger las armas de los soldados que habían sorprendido y asesinado. Sepultado por el ejército en algún lugar clandestino, se desconoce hoy el paradero de sus restos, aunque el ELN no renuncia a recuperarlos para poderlos convertir en reliquia objeto de culto. (Como es natural, aunque Camilo Torres falleció en una sangrienta emboscada organizada por el ELN, el comunicado que esa organización difundió un par de meses después contaba las cosas a su manera: «...con profunda tristeza y un odio amargo contra la oligarquía, el Ejército de Liberación Nacional informa al Pueblo colombiano y a los revolucionarios del mundo de la muerte del gran líder revolucionario, Padre Camilo Torres Restrepo, acaecida el 15 de febrero de 1966, en un encuentro entre nuestras fuerzas y una expedición punitiva del ejército.»)
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