Origen del amor
La mitología griega nos cuenta que por aquel entonces existían tres sexos: lo masculino era representado por el sol, lo femenino por la tierra, y lo que intercedía entre ellos dos era la luna. Juntos eran arrogantes y fuertes, y no prestaban atención a las críticas de los dioses. Entonces Zeus (rey de los dioses olímpicos) se encontró bajo una gran disyuntiva: no podía hacerlos desaparecer, ya que de ese modo no habría más hombres que realizaran sacrificios, pero tampoco podía permitir que estos se burlaran de los dioses máximos.  Fue así como decidió hacer del hombre un ser más débil: partió en dos a cada ser de la especie humana, convirtiéndose en una raza más frágil y al mismo tiempo más útil, ya que al multiplicarse estos, también se multiplicarían los sacrificios. El hombre entonces quedo cortado en dos. Pero sucedió que cada parte anhelaba a la otra, de modo que sentían la gran necesidad de tener que estar juntos, de modo que las dos partes de cada persona tendieron a abrazarse, deseando ser otra vez un solo ser.
El dios que representa el amor se encarna en Eros, siendo este responsable de la atracción sexual, la fertilidad, el amor y el sexo.
Mitología romana
En la mitología romana se nos presenta la figura de Cupido, dios del amor y su nombre latino es el deseo. Hijo de la diosa del Amor (Venus) y del dios de la guerra (Marte), Cupido se encarga de generar un armonioso balance entre el amor y la tragedia.
Es representado por un niño alado, remitiéndonos la imagen de un ángel provisto de arco y flecha. Muchas veces se lo encuentra con los ojos vendados, representando el amor ciego y el amor alejado de la razón.
Su madre, Venus, era la diosa del amor y la fertilidad. Fue extremadamente venerada por los romanos, dedicándole numerosos templos que hoy en día siguen en pié.