La otra carga del machete

Erróneamente, nuestro pueblo ha llamado colín a lo que en verdad es un machete. El error se produjo debido a que había una marca de machetes que se denominaba collíns, que era de fabricación norteamericana, específicamente de Connecticut.
Esa especie de cuchillo grande o sable, con el cual en los últimos días casi desprenden un brazo a un joven en el parque Duarte, y la cabeza a un alumno en el liceo Francisco Antonio Batista, no siempre ha tenido este uso tan bochornoso, peligroso y criminal.
En nuestro caso, como país agrícola, el machete fue un instrumento de labranza de los laboriosos campesinos dominicanos, con el que desmontaban sus conucos, de manera que pudieran producir sus frutos en mejor condición, y como consecuencia, garantizar el sustento familiar.
Lo mismo podría decirse del machete o mocha utilizado por los labriegos haitianos que por años han laborado en nuestros ingenios azucareros. Hubo una época memorable en que la caña de azúcar era nuestro más importante producto de exportación; es decir, que la economía dominicana descansaba en el filo de los machetes.
Y hubo otros, es verdad, que también usaron el machete para matar, pero no por simple capricho, por rencillas personales, para darle rienda suelta a las bajas pasiones humanas o para despojar de sus bienes a los demás.
Hubo hombres como “El Napoleón de las guerrillas”, general Máximo Gómez, que utilizó su machete en la guerra de independencia de Cuba para cortar de raíz las pretensiones de los españoles de seguir sometiendo a sangre y fuego a la patria de José Martí. Gómez enseñó a los cubanos a utilizar el machete como arma de guerra para que defendieran no sólo su territorio, sino su dignidad y orgullo nacional. Les enseñó su famosa carga del machete, a la que tanto temían los invasores españoles.
Qué pena ver tantos jóvenes, que en vez de cargar con una guitarra, libros y cuadernos para trillarse un futuro mejor para sí y sus familiares, andan con machetes bajo sus camisas, con el único fin de imponer su hombría e ignorancia y quitar la vida a seres inocentes. Qué pena.